Considerando todos los datos y testimonios que se poseen acerca del genocidio de Ruanda, hay que aclarar que éste no fue exactamente un genocidio de hutus por un lado contra tutsis, por otro, sino que una falange radical y mayoritaria de la etnia hutu fue la que preparó el aniquilamiento masivo tanto de tutsis como también de hutus moderados u opositores del régimen del Habyarimana y cercanos al FPR. Por lo tanto, el genocidio no fue solo de carácter étnico sino también político. Por otro lado no debemos olvidar que también hubo entre las víctimas miles de ciudadanos de la etnia hutu muertos a manos del FPR. Diversos testimonios nos aclaran que también los militares del Frente Patriótico Revolucionario cometieron asesinatos masivos. Pese a todo, está claro que los tutsis fueron masacrados: se eliminó al 75% de la etnia durante el genocidio.
El ciudadano belga, Marcel Gérin, recuerda como él y su mujer quedaron atrapados por el conflicto. Fueron testigos de las matanzas indiscriminadas en la zona donde residían y pudieron constatar, al ser hechos prisioneros, como los que aparentemente parecían milicianos interhamwes (radicales hutus) no eran sino mercenarios contratados por el ejército tutsi, los cuales realizaron, según Marcel Gérin, las mayores matanzas en la zona donde residían. Sin embargo, cualquier imagen que se tomara llevaba a creer que los autores eran las milicias hutus interahamwes.
Milagrosamente y gracias a unos periodistas y a los cascos azules, tanto él como su mujer, lograron escapar de aquel infierno.
Otro testimonio importante es el de Santos Ganuza, un misionero navarro, que era el rector de la parroquia de Kiziguro por aquel entonces. Dice:
"Fui muchos años rector de una parroquia, en el este del país. En abril de 1994 llegaron los interahamwe y mataron a unos 1.000 tutsis que se habían refugiado en la iglesia, sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo. Poco días después, llegaron los militares tutsi y mataron a 10.000 hutus. Las televisiones occidentales proyectaron las imágenes de estos hutus asesinados en mi parroquia, identificándolos como a tutsis."
Otra opinión interesante acerca de la situación reinante en los primeros meses de 1994, nos la ofrece el padre catalán Joaquín Vallmajó, misionero en Ruanda, que decidió quedarse y que desapareció el 26 de abril después de que un grupo de soldados del FPR lo detuviera:
"Después de varios años de crisis política y social, se está produciendo la guerra más absurda, que está desembocando en una crisis política vergonzosa. Un pequeño grupo de politicastros corruptos hasta el extremo quiere conservar el poder a cualquier precio, sacrificando al pueblo y al país si es preciso. Otro grupo no menos corruptos aspira al poder por los medios que sea. Un tercer grupo, el más numeroso y digno de respeto, sufre las consecuencias del poder y de sus agentes: es el pueblo, víctima del racismo, la dictadura, la pobreza, la guerra, el hambre, el robo, el bandidismo, la violencia y la manipulación. La situación es muy grave desde el punto de vista político, económico, social, cultural y racial. La manipulación de los políticos en el poder y sus acólitos y de los partidos y sus líderes es vergonzosa.
En espera de acontecimiento, actualmente no tenemos ni gobierno, no autoridades, ni presupuesto, ni trabajo. Los funcionarios llevan sin cobrar desde enero (1996) y los maestros han amenazado con no convocar los exámenes de secundaria. El ministro de Economía ha declarado que se irá pagando a los funcionarios a medida que se recauden los impuestos. Se dan todas la condiciones para que estalle un conflicto social que algunos políticos alientan para pescar en río revuelto. ¿Y el "Frente Patriótico Ruandés"? Son todavía peores. Unos no "desmerecen" de los otros."
El 6 de abril de 1994 ha pasado a ser una fecha macabra no solo para la historia de Ruanda sino también para la historia de la humanidad. A raíz, sobre todo, del asesinato de presidente Habyarimana, el conflicto interno ruandés ganó en crueldad y se convirtió en un enfrentamiento a gran escala que alcanzó todos los rincones del país. Mostramos, a continuación, una secuencia cronológica de los terribles hechos que tuvieron lugar en los meses de abril, mayo, junio y julio.
Al día siguiente, el 7 de abril, la primera ministra Agathe Uwlingiyimana y 10 soldados belgas de las fuerzas de la ONU que la custodiaban, fueron asesinados por la guardia presidencial, acusando al contingente de la ONU, según nos cuenta Romeo Dallaire, de haber derribado el avión del presidente. Este hecho, confirma claramente las sospechas del comandante acerca de una trama oculta llevada a cabo por los radicales hutus.
Independientemente del motivo utilizado para perpetrar este asesinato, el hecho en sí tuvo una importante repercusión internacional, lo que hizo pensar a muchos que la ONU intervendría firmemente y pararía el terrible conflicto que se avecinaba. Por el contrario, se ordenó la retirada de lo cascos azules, dejando a la población civil sin protección. Esta situación fue aprovechada por los radicales hutus para comenzar el genocidio.
El 8 de abril, el Frente Patriótico Ruandés lanza un ataque en los alrededores de Kigali buscando proteger a las víctimas tutsis y rescata a 600 soldados de su ejército que se encontraban en la capital desde la firma de los Acuerdos de Paz de Arusha.
El 9 de abril, ante esta violenta situación, se formó un gobierno interino presidido por Jean Kambanda, con la característica principal de que no incluía a ningún tutsi ni hutu moderado o de la tendencia cercana al FPR entre sus filas. Los radicales hutus, por lo tanto, habían tomado el poder gubernamental y además, contaban con milicias organizadas: jóvenes del partido MRND, los interahamwe, que se ocupaban de la población civil y que destacaron en las primeras matanzas masivas.
Las brigadas del FPR, formadas por jóvenes tutsis y repartidas de forma clandestina a lo largo de las colinas, fueron el primer objetivo de los interahamwe. Sin embargo, de forma progresiva toda la etnia tutsi se convirtió en el enemigo a batir, así como también los miembros de la etnia hutu que de alguna manera protegieran a los tutsis, se negaran a participar en los asesinatos o tuvieran incluso familiares tutsis. A pesar de todo, muchas familias hutus, aun conscientes de la suerte que corrían, escondieron en sus casas a vecinos y conocidos tutsis.
En ese mismo día, Bélgica y Francia, sacan del país a todos sus nacionales, sin preocuparse de los ruandeses, ni siquiera de los que trabajaban en sus empresas.
El día 11 de abril, un comunicado de la Cruz Roja Internacional estima que decenas de miles de ruandeses han sido asesinados en tan solo unos días. Mientras tanto, la misión de pacificación de Naciones Unidas UNAMIR, no hacía nada. El 14 de abril, el contingente belga se retira. Aun así el General Dallaire, al mando, podría haber protegido a la población civil, al menos en Kigali, pero de nuevo, se vio frenado por ordenes directas del Cuartel General de la ONU. Su superior, el actual secretario general de Naciones Unidas, Koffi Anan, le ordenó mantenerse al margen a través del siguiente comunicado:
"[...]to cooperate with both the French and Belgian commanders to facilitate the evacuation of their nationals, and other foreign nationals requesting evacuation. You may exchange liaison officers for this purpose. You should make every effort not to compromise your impartiality or to act beyond your mandate but may exercise your discretion to do [so] should this be essential for the evacuation of foreign nationals. This should not, repeat not, extend to participating in possible combat, except in self-defense".
"[...]a cooperar con los oficiales franceses y belgas para facilitar la evacuación de sus nacionales y otros extranjeros que soliciten ser evacuados. Usted puede comunicarse con los oficiales para alcanzar este propósito. Deberá hacer todo el esfuerzo posible para no comprometer su imparcialidad o actuar más allá de su mandato pero puede valerse de su competencia si es esencial para la evacuación de los extranjeros. Esto no debe llevarle a participar en un posible combate, excepto en legítima defensa."
Lejos de Kigali, el 17 de abril, y concretamente en la población de Kibuye, perteneciente al
condado del mismo nombre y cercana al lago Kivu, según nos cuenta la antropóloga forense Clea Koff en su libro "El lenguaje de los huesos", fue el día en el que comenzaron las labores de exterminio de la población tutsi en aquel condado. Durante los tres siguientes meses, murieron o desaparecieron casi 250.000 personas. Varios miles fueron asesinadas en la iglesia de Kibuye en una sola masacre:
"Según los escasos supervivientes de Kibuye, el préfet, o gobernador de Kibuye organizó a los gendarmes para que condujeran a la gente que él ya había elegido para ser asesinada a dos lugares: la iglesia y el estadio. El préfet les dijo que era por su propia seguridad, que así quedarían protegidos de la violencia que se extendía por todo el país. Pero al cabo de dos semanas de haber sido conducidos a esas «zonas de seguridad», la gente que estaba dentro fue atacada por la misma policía y la misma milicia que supuestamente debía protegerlos. Ésa era la típica táctica de los genocidas de Ruanda: reunir a un gran número de víctimas en edificios y terrenos cerrados con escasos medios de escape y matarlos. De hecho, en Ruanda había muerto más gente en iglesias que en cualquier otro lugar." (9)
Clea Koff relata estos estremecedores acontecimientos basándose en la publicación
"Muerte, desesperación y desafío", investigación realizada por la organización
African Rights (la cual ya está disponible online), basada, a su vez, en multitud de relatos de testigos de la masacre y los propios perjudicados. La lectura de este documento y otros publicados en esta web, no dejan duda de la crueldad con la que se llevó a cabo el genocidio y el clima infernal que reinaba en el país. En este trágico conflicto hubo todo tipo de víctimas y como podemos comprobar a través de los siguientes testimonios (10), los radicales hutu aprovecharon su posición de poder para llevar a cabo multitud de crueles abusos.
"Emma is originally from Kibuye, but was in Kimihurura, Kigali, in April 1994, visiting family friends. Aware that their lives were at risk, her friend advised her to “prostitute herself. [Emma tells] «Probably a week after the genocide started, the locals knew that I was staying with this family. The servant was the one who flagged up the fact that I was there. From then on, all the local boys, friends of the servant, came to rape me. I can’t be sure how many, or the number of times they raped me. There were a lot of them and they came several times a day. The lady of the house wasn’t concerned about me at all. She said that even if thousands of men raped me, at least I’d still be alive. I lived with this situation throughout my stay in Kigali.»"
"Emma es original de Kibuye, pero se encontraba en Kimihurura, Kigali, en Abril de 1994, visitando a unos amigos de la familia. Consciente de que sus vidas corrían peligro, una amigo le recomendó que se prostituyera. [Nos cuenta Emma] «Probablemente una semana antes de que comenzara en genocidio, los vecinos ya sabían que me encontraba con esta familia. El criado fue uno de los que delataron mi estancia allí. A partir de ese momento, todos los chicos de la zona, amigos del criado, venían a violarme. No estoy segura de cuántos, o de el número de veces que me violaron. Había muchos y venían varias veces al día. La dueña de la casa no se preocupó por mi para nada. Dijo que incluso si miles de hombres venían a violarme, al menos seguiría aun con vida. Sufrí esta situación durante toda mi estancia en Kigali.»".
" Paul from Rwamagana in Kibungo is one of two men included in this study. His testimony is a reminder that rape and its consequences are not confined to women. Paul was forced by the interahamwe to have sex with a woman they suspected might be infected with HIV/AIDS. In this case the clear intention was to ensure him a slow, painful death. His eldest son was killed in his home sector and his wife was also murdered, but Paul escaped. However, he was soon caught by other militiamen, this time accompanied by a woman.
«They demanded that I have sex with her. She lay on the ground and they told me to show them what I did with my wife. When I refused, one of them beat me with his club and I had no choice but to do what they wanted. They stood next to me, hurling insults which I couldn’t repeat to you. They had spears, clubs and bows.
When the deed was done, they told me that there was no death quite like sleeping with a woman with AIDS. They knew very well that her husband had died from AIDS, but I hadn’t known this. I didn’t even know the lady.»"
"Paul, natural de Rwamagana en Kibungo, fue unos de los hombres incluídos en este estudio. Su testimonio es un recordatorio de que las violaciones y sus consecuencias no sólo perjudicaron a mujeres. Paul fue obligado por la fuerza por los interahamwe a mantener relaciones sexuales con una mujer que ellos sospechaban pudiera estar infectada de HIV/SIDA,en este caso la intención era el provocarle una muerte lenta y dolorosa.
Su hijo mayor fue asesinado en su ciudad natal así como su mujer, sin embargo, Paul logró escapar. Aun así, fue capturado por otra milicia que traía con ellos a una mujer. «Me pidieron que tuviera relaciones sexuales con ella. Estaba tumbada en el suelo y ellos me dijeron que les enseñara las cosas que hacía con mi mujer. Cuando me opuse, uno de aquellos hombres me golpeó con un palo y no tuve otra opción que hacer lo que ellos querían. Permanecieron de pie observando, lanzándome insultos que no repetiré aquí. Ellos poseían lanzas y palos.
Cuando hubimos terminado, ellos me dijeron que no había una muerte similar a acostarse con una mujer enferma de SIDA. Ellos sabían muy bien que el marido de esta mujer había muerto a causa del SIDA, pero yo no lo sabía, ni siquiera conocía a aquella señora.»".
También, en la entrevista concedida por el General Romeo Dallaire a Sol Alameda, éste recuerda hechos que aun no ha logrado olvidar y que le han mantenido bajo tratamiento psquiátrico durante varios años:
"Sol Alameda: De todas las atrocidades que vio, ¿cuáles le han perseguido más después?
Romeo Dallaire: Las escenas de violaciones. Les introducían palos y botellas que rompían; les cortaban los pechos. Todas esas escenas con mujeres, para mí, con mi cultura, me parecían lo peor que se puede imaginar. Aun muertas, veías en los ojos de esas mujeres el horror y el sufrimiento, la indignidad que habían padecido. Muchas veces mataban a los niños delante de sus padres, les cortaban las extremidades y los órganos genitales, y les dejaban desangrarse. Luego también mataban a los padres. Había gente que pagaba para que les pegaran un tiro en vez de ser matados con machete. Pagar por cómo morir...".
Como podemos comprobar, el nivel de violencia en Ruanda era extremo y respondía a un desenfreno de las pasiones más bajas. Sin embargo, detrás de todo esto también había una gran organización. Si en las zonas rurales y pequeñas localidades el método para acabar con la mayor cantidad de personas era reunirlas en estadios deportivos o iglesias para luego darles muerte, en las ciudades existía todo un operativo humano y logístico suficiente para identificar a cualquier persona que por alguna razón debiera ser aniquilada. Clea Koff, nos lo describe:
"[...] en Kigali los asesinos habían utilizado controles de carreteras para detener a los peatones y a los automovilistas y poder inspeccionar así sus carnéts de identidad. En esta documentación que todo ruandés llevaba en esa época figuraba una información crucial para los asesinos: la «etnia». Todo ruandés pertenecía a uno de los tres grupos «étnicos»: hutu, tutsi o twa, y los políticos que planearon el genocidio dejaron bien claro que abril de 1994 suponía la bajada de bandera para el genocidio de los tutsis, y para cualquiera que estuviera casado con un tutsi o cuyas opiniones políticas pudieran calificarse de «moderadas».".
Mientras tanto en Nueva York, el 20 de abril, Boutros Ghali, consciente de la situación en la que se encuentra toda Ruanda ordena un:
"inmediato y masivo refuerzo de UNAMIR para parar la contienda y las masacres, requiriendo varios miles de tropas adicionales y reforzar los poderes bajo el Capítulo VII" (11). Tras la decisión del Secretario General de las Naciones Unidas, al día siguiente, paradógicamente, el Consejo de Seguridad vota de forma unánime reducir, paulatinamente, la Misión UNAMIR de 2,539 soldados a 270. (Resolución del consejo de Seguridad 912). Pero a día 20 de abril la misión UNAMIR ya se había reducido a 1,515 efectivos, debido a la retirada total del contingente belga (14 de abril) a causa de la muerte de diez de sus soldados, lo que confirma -insistimos en ello- que el macabro plan desvelado por el informador de Dallaire en enero de ese mismo año, se había completado con éxito. La marcha de los soldados belgas dejó a 2,000 personas sin protección. Éstas se refugiaron del conflicto en la Escuela Técnica Oficial (ETO) pero fueron asesinadas a los pocos días. El 25 de abril, las fuerzas de la ONU ya habían descendido a 503 soldados. Aun así, Dallaire, consiguió proteger a unos 25.000 ciudadanos durante algunas semanas.
Al día siguiente, 21 de abril, la Cruz Roja Internacional emite otro comunicado donde advierte de que el número de asesinados era de decenas de miles sino cientos de miles. Unos días después, el FPR, recompuesto, ataca masivamente desde el noroeste produciendo la huida a Tanzania de al menos 250,000 refugiados hutus en un solo día (30 de abril).
El 2 de mayo, Kofi Annan, manifiesta:
"Cuando los belgas se retiraron quedó claro que las Naciones Unidas no podrían implementar el mandato que tenían, y tampoco, el mandado podía ser cambiado o introducido un refuerzo...No se lo que el Consejo decidirá después de haber revisado y reconsiderado la situación al día de hoy. Si el Consejo va a recomendar un refuerzo, éste debe estar bien equipado, con mucha movilidad y, además, capaz de protegerse a sí mismo. Si no enviamos este tipo de refuerzo...entonces no estoy seguro si serán capaces de establecer el orden y la ley... que llevaría al final de las masacres...aquí estamos observando a personas que están siendo privadas de los más fundamentales derechos, el derecho a la vida, y da la impresión de que no hacemos nada...".(12)
Al día siguiente, ante esta petición de las Naciones Unidas por reforzar de nuevo la misión UNAMIR, el presidente Clinton firma una Decisión Directiva Presidencial que impone estrictas restricciones al apoyo norteamericano a futuras misiones de paz de las Naciones Unidas. Ante este hecho, el 4 de mayo, Boutros Ghali responde con energía y utiliza, por primera vez, el término "Genocidio" para describir lo que estaba ocurriendo en Ruanda, lo que coloca a Bill Clinton, junto a otros importantes dirigentes internacionales, en una situación embarazosa. La aceptación de la palabra "Genocidio", implicaba, a causa de la legislación internacional para estos casos, la intervención militar inmediata. El gobierno estadounidense, de forma implacable, ordenó a todos los miembros del gobierno que omitieran el uso de la palabra "Genocidio" y en su lugar, utilizaran la expresión "Actos de Genocidio".
Durante los días siguientes, importantes dirigentes norteamericanos se justifican por no intervenir. Madeline Albright, representante de los Estados Unidos ante la ONU manifiesta en la sede las Naciones Unidas:
"Déjenme decirles que en el caso de Ruanda, creo, en mi opinión, que de sobremanera el Consejo de Seguridad y las Naciones Unidas han perdido el barco. Al día de hoy estamos tratando con una situación más allá de lo que cualquier hubiera esperado. Y como comenté antes, lo que ocurrió fue que estábamos en un proceso donde una pequeña fuerza de las Naciones Unidas, creíamos, podría sobrellevar los problemas en aquel área, y entonces nos encontramos con el derribo del avión con los dos presidentes, lo que ha creado una avalancha. Por lo que es difícil de juzgar si aquellas particulares operaciones (misión de UNAMIR y UNOMUR, nota del traductor)
se pusieron en marcha de forma correcta". (13)
El 13 de mayo, el secretario general de la ONU anuncia una votación para restaurar la misión UNAMIR en Ruanda. Sin embargo, Madeline Albright retrasa esta votación por cuatro días. Cuando por fín es aprobada, los tutsis, ahora, atacan por el norte dejando la desolación a su paso. 5,500 soldados son enviados a Ruanda por mandato de Consejo de Seguridad que expresa:
"actos de genocidio pueden haberse cometido". No obstante, la misión militar se retrasa debido a las diferencias entre los países africanos que aportan la mayoría de los soldados y que no alcanzan acuerdo sobre quién pagará la factura. Las relaciones entre la ONU y los países que deben colaborar es tensa. Mientras tanto, un comunicado del día 19 de mayo emitido por la Cruz Roja estima en 500.000 ruandeses asesinados. Sorpresivamente, ningún dirigente político internacional había utilizado todavía la palabra genocidio.
A principios del mes de junio, el FPR, que se organiza en el nordeste del país, lanza un ultimátum a todos los extranjeros residentes en Rwanda para que abandonen el país en menos de tres días al anunciar un ataque inminente. En el oeste, se crea una guerrilla tutsi llamada Ejército de Liberación de Rwanda (ALIR).
Pasan las semanas y la misión UNAMIR, por falta de acuerdo entre los países que la componen, no está operativa. Entre tanto el genocidio continua. El 22 de junio, el Consejo de Seguridad autoriza, de forma temporal, al gobierno francés a ocuparse de establecer el orden y crear un área de seguridad en la zona sur-oeste del país. Esta acción es conocida como la operación Turquesa. Aun así, sus 2,500 soldados, no pueden evitar la matanza de más tutsis a manos de hutus radicales.
Finalmente, a mediados del mes de julio, el Frente Patriótico Ruandés se apodera de Kigali obligando al gobierno hutu radical a huir del país en dirección al Zaire seguido de al menos dos millones de hutus que crearon el campo de refugiados más grande de la historia en Goma, "la ciudad de los muertos". En ese momento, el ejército francés delega el mando de su misión a las tropas etíopes y el FPR forma un nuevo gobierno interino de unidad nacional en Kigali.
Esta fecha es considerada como el final del genocidio. Aun así, en los campos de refugiados, la enfermedad y más asesinatos acaban con la vida de miles de personas. Para evaluar el conflicto y poder conocer las pérdidas en vidas humanas, las Naciones Unidas, la organización de
Médicos por los Derechos Humanos (ONG encargada de hallar sobre el terreno pruebas fehacientes de que hubo genocidio a petición del Tribunal Internacional de La Haya y que llegó a exhumar en una sola fosa hasta 500 muertos, la mayoría asesinadas a machete) y otros organismos, realizan diversos estudios y acuerdan que fue durante los meses de abril, mayo, junio y julio de 1994 (más o menos 100 días) cuando se produjeron la mayoría de los asesinatos que costaron la vida a 800,000 ruandeses. Por último, la comisión de expertos de la ONU encargada de investigar las matanzas, aun reconociendo que tanto los tutsis como hutus habían cometido "crímenes contra la humanidad", concluyó:
"hay indicios evidentes de que han sido perpetrados actos de genocidio contra el grupo tutsi por parte de elementos hutus, de manera concertada, planificada, sistemática y metódica."
(9) Clea Koff
, "El lenguaje de los huesos", E. Martínez Roca, Madrid, 2004.
(10) http://www.africanrights.org/publications/BrokenBodies404.pdf
(11) "immediate and massive reinforcement of UNAMIR to stop the fighting and the massacres, requiring several thousand additional troops and enforcement powers under Chapter VII" , · Thomas Pogge, 'Power v Truth: Realism and Responsibility - Comment on Thomas Franck',
http://www.etikk.no/globaljustice/papers/GJ2003_Thomas_Pogge_Power_vs._Truth_-_Realism_and_Responsibility.doc. A pesar de los intentos de Boutros Ghali por remediar la pasividad de la comunidad internacional, el General Dallaire, califica la actuación del secretario general de la siguiente forma:
"Se cruzó de brazos, no actuó ni me dejó hacerlo. Decía que no había que comprometer el proceso político. Incluso llegó a cambiar uno de mis informes y a escribir que todo progresaba, lenta pero constantemente".
(12)"When the Belgians left it was clear that the U.N. colad not implement the mandate it had, and either the mandate had to be changed, or reinforcements introduced ... I do not know what the Council will decide after they have reviewed and reconsidered the situation today. If the council is going to recommend reinforcement, the reinforcement that goes in has to be well equipped, very mobile, and also able to protect itself. If we do not send in that kind of reinforcement ... then I'm not quite sure they'll be able to bring about a sort of law and order ... that will lead to the end of the massacres ... here we are watching people being deprived of the most fundamental of rights, the right to life, and yet we seem a bit helpless ..."
http://www.pbs.org/wgbh/pages/frontline/shows/evil/etc/slaughter.html
(13) "But let me just tell you that on the Rwanda thing, it is my sense that to a great extent the Security Council and the U.N. missed the boat. We are now dealing with a situation way beyond anything that anybody expected. And as I mentioned earlier, what happened was that we were on one process where a smaller United Nations force, we felt, could deal with some of the issues in the area, and then all of a sudden with the shootdown of this airplane with the two presidents, it created an avalanche. And so it is hard to judge whether that particular operations started out properly." .
http://www.pbs.org/wgbh/pages/frontline/shows/evil/etc/slaughter.html